El monstruo

En cada uno de nosotros existe un monstruo. No es el monstruo que se esconde debajo de la cama, tampoco es el monstruo detrás de las cortinas o el de adentro del armario. 
Es un monstruo silencioso que aparece cuando todo indica que está bien.
Te acosa desde adentro, te habla y te convence de cosas que no podés dilucidar si son ciertas o no.
Es el monstruo que alimenta tu ansiedad deseando que todo esté en este momento ya y ahora.
El monstruo qué te hace hundir en un pozo muy profundo que termina en depresión.
Ese monstruo existe en mi cabeza. Lo intento de erradicar muchas veces. Y aunque parece irse siempre vuelve.
Te hace de sentir una carga para las personas que sabes que te quieren, logrando que te alejes sin que ellos lo entiendan.
Hace que te encierres en sistemas preparado para hundirte más, y que se te haga muy difícil poder escapar de ahí. 
Luchar contra ese monstruo, es luchar contra uno mismo y, aunque muchos no lo entiendan, es parte de uno mismo.
Ese monstruo te hace mal, te mantiene despierta de noche mientras intentas saber porque no podés dormir. 
Te muestra oscuridad cuando tus ojos están fijos en el sol.
No, quizás muchos no lo entiendan. Ni siquiera la o el que vive con ese monstruo entiende el porque o el como apareció ahí.
Hay gente que se cansa de querer ayudar, pero no es porque no te quieran, es porque creen que hoy paso todo.
Hay muchos que creen que con solo un "no pienses así" todo va a cambiar. 
No saben el laberinto en el que te encontrás, intentando salir, gritando muchas veces de la desesperación porque estás perdida.
Y adentro tuyo, estás más perdida todavía.
No sabes a quién hablar, no podés hablar con todos. Muchos quieren ayudar, muchos quieren aprovecharse, y muchos son causa del problema.
Y en tu mente, el monstruo y vos luchan día a día para que él no vuelva a ganar. 
Porque cuando volvés a respirar, no querés que vuelva a faltarte el aire.
En el año que pasó, el monstruo fue mucho más sutil. Ya era tarde cuando descubrí que estaba en el campo de batalla. Ya era tarde cuando descubrí las armas que había usado y que me habían debilitado.
Me aferre a lo poco que podía, y empecé a sacar fuerzas.
Y empezó una batalla, demasiado duradera, pero con la consciencia clara de que tenía que ganar.
Por mi.
Por nadie más.
El monstruo se escurrió entre mis dedos, se que está esperando poder volver a atacar. Puedo ahora notar las armas, puedo escapar del disparo. Aprendí. 
Y aprendí más de mí también. 
Pero mi monstruo sigue así, sé que tengo q aprender a convivir con el, para que no me vuelva a ganar la batalla.

Comentarios